lunes, 18 de octubre de 2010

Columbares. Historias de la noche oscura...


LA JOVEN DEL GATO

La sierra de Columbares esconde multitud de misterios en sus escarpadas paredes. Desde tiempos inmemoriales sus habitantes han tenido el cuidado de no tomarse a la ligera aquellos consejos, heredados de ancestros a través de sus muchos siglos de historia. Aquel incauto, que no escucha las voces de más allá del tiempo, no prolongará su estancia en el mundo de los vivos.

Columbares según me enseñaron cuando pasé por aquí las primeras ocasiones es una palabra que viene a decir “palomas”, de columba en latin. Pasando el tiempo, en respuesta a mis preguntas un pastor con mirada de loco que aún extiende su rebaño junto a los campos (adyacentes a los modernos resort de golfistas internacionales) me sorprendió con un histrionismo insultante y escandaloso: -¿Quién te ha dicho la mierda esa?... seguramente alguno de esos cabrones que andan por ahí tocándose el pijo y hablando por el móvil, ¿a qué si?...eso lo dicen pa que la gente siga viniendo por aquí a dejarles las perras, o si no como capullo van a vender estos espartales a millón. Que sepas tú: to eso la mitad es mentira y la otra mitad también, si quieres saber no pienses como un vendedor ni como un secretario... si quieres saber ven tú solo por la noche y mira la montaña sin luna... escucha el viento cuando no sopla... mira los ojos del búho... siente el frío en Agosto y el calor en Diciembre-.

Cuando me despedí del elemento no tenía las cosas muy puestas... está pirado, pero algo en la manera de plantear los temas me incomodaba y generaba dudas en todo lo que daba por hecho como cierto desde que trabajaba como educador ambiental por la zona, tenía la certeza de haber encontrado ese tipo de personalidad que desde niño conseguía atraparme... la necesidad de conocer... la clara percepción, la certeza, detrás de esas maneras infumables, agresivas y repulsivas, había oro.

¿Manera de acercarme? Preguntando. Vive solo en una casa sin luz, cerca del Puntal, cuidado perros, cuidado mucho vino en la cabeza, ojo como te arrimas y lo que dices, si vas a ir a verlo mejor díselo y ve por la tarde, andando o en la bici y te aconsejo que te lleves una botella de ponche que es lo que más le gusta. No te pases de listo, porque es muy raro, (suerte que sólo hay un bar en la orilla de la carretera, y de que el tío se enrolle...)

-Columbares no viene de palomas, viene de columbarios, de tumbas, antes que hubiera caminos por estas sierras, antes de que tuvieran nombre, las gentes enterraban aquí. Siempre ha sido un lugar para respetar... te has dado cuenta de la cantidad de búhos que hay, de lechuzas, cárabos, de zorras, gatos monteses, murciélagos, arañas negras... de día esto no vale na, pero de noche... de noche multitud de criaturas especiales salen del escondite, salen porque los muertos los llaman.

Mi madre nació, creció, se casó, crió a su familia y se murió aquí. La carretera casi que no existía y tampoco era segura, todos los del Collao y alrededores se conocían. Cada uno en su casa y Dios en la de tos, había fincas muy grandes con muchas estancias, buenos pozos y aljibes capaces de sostener muchas personas y animales, y otras, la mayoría, muy modestas, cuatro paredes para vivir humanos y animales y un tejao. Sin embargo, los secretos de la sierra regían la noche para todos por igual, y conforme yo me iba haciendo mayor, comprendía y respetaba.

Desde el cuarto menguante de Luna hasta el primero de Noviembre, la sierra se tapa con bruma. Eso pasa siempre, los sapos lo saben, y salen por campos y caminos, pisando las arañas negras... pa la zona alta es mejor no mirar, puedes si quieres, siempre que no te acojones con facilidad, ni con visiones ni con recuerdos... En ese momento el mundo no es de los que pesamos, es de los que flotan.

Mi madre que sabía eso muy bien, nunca se dejó sorprender por ellos, pero otros ignorantes o valientes pagaron muy caro su destino. Era una niña de doce años cuando una paloma, de las que todos dejaban en la finca Munuera, llegó al Puntal de Villora un 30 de Octubre a mediodía: ”Mañana Martes a las doce viene el Cartagenero, quiere comprar conejos, ovejas, gallinas y miel... Traer de nuevas la paloma”

El mismo mensaje había salido en dirección a los Pareja, Los Lucas, El Estrecho, La Venta... esa mañana uno de los pocos que tenían dinero en efectivo llegaba a la zona para comprar, -”¿mañana vísperas? este hombre no está bien... nena, dile a tu madre que mire a ver lo que vamos a llevar y lo deje preparao que pa las cinco estemos en la casa y con el ganao arreglao y recogio. Yo voy a ver si arreglo la carreta que no frena y la paloma no se vaya pa ningún lao, aunque les llevaré otra que tengo prepará”.

En la inmensa puerta de la finca Munuera a las diez de la mañana ya había vecinos con mercancias de las que el Cartagenero quería comprar y otras que, si no se las vendían a este por dinero en efectivo, se podian cambiar por algo que hiciera falta. Poco después llegó mi madre con mis abuelos. Saludos, preguntaos, y puesta al día. Sobre las doce llegó el comprador, una carreta enorme, dos más pequeñas, y cuatro guardas en mulos, desde que la guerra asolaba Europa toda mercancía que tuviera fines comestibles interesaba y mucho. Pero ese día todos tenían prisa, querían estar en casa lo antes posible.

Mi abuela no tenía ni hermanos ni hermanas, sabía leer un poco porque su madre aprendió y se ponía con ella, no había escuela: poder conocer alguna niña de su edad, charlar con sus iguales, era lo más importante del mundo, los mayores muy ocupados, los niños sueltos... lo mejor de la vida. Sin embargo aquella mañana una joven adolescente que no conocían había llegado con el grupo, muy delgada, muy pálida, muy enferma, en su regazo un enorme gato blanco. Era hija de un guarda, la llevaba en carreta hacia Cartagena a ver si el ambiente marino la podía sanar.

Se notaba la prisa en las gentes, más cuanto más avanzaba la jornada, sobre todo aquellos que vivían más alejados. Esa noche salían las luces de Columbares. Lo mejor estar en casa y no salir fuera por nada.

A la mañana siguiente la paloma del día anterior de nuevo llegaba: “Juntamento en la Finca, pa buscar a la hija del guarda.” Todos los hombres acudieron conforme recibieron el mensaje. La hija del guarda se perdió aquella noche. Cuando la expedición se marchaba, antes de llegar al Collado de Las Zorras, se echó de menos a la joven y no se había podido encontrar.

La búsqueda no dió resultado. Tan sólo se encontró la cabeza de un gato blanco, cortada como si una guillotina hubiese caído sobre el animal, unos ojos de terror, que la ausencia de vida y de cuerpo lograba quizá explicar...

-Todos los que conocemos a esos bichos sabemos lo mucho que les gustan los gatos, los cazan, los hacen trozos y se los tragan enteros, y si son de color blanco están más perdidos que Carracuca. No tienen forma de ocultarse. Estén donde estén el búho los verá y sólo deja eso una cabeza recortadica y repelada...

-Antes de terminar con “El Caballero” dime donde está el final de este asunto, si es que lo tiene...

-Sí que lo tiene y no me apretes, bueno en resumen... porque me caigo palante... todas las noches vísperas del primero de Noviembre, en la casa Munuera se oye primero un maullido intenso, fuerte, ¿has oído maullar los gatos por la noche? Me refiero a los gatos de verdad, no a esos capados de los guiris... también se aparece una joven, morena, delgada, muy pálida... acariciando en su regazo un gato blanco sin cabeza. Todos los que vivían en esa casa la vieron, por eso fue abandonada dos años después. Nadie ha vuelto a vivir aquí.

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