lunes, 25 de octubre de 2010

Columbares. Historias de la noche oscura...


EL SAPO CORREDOR

Un puerto de montaña tan antiguo como El Garruchal esconde en su millonaria existencia infinidad de enigmas, muchos de los cuales, la inmensa mayoría, no se sabrán jamás. Historias de hombres, animales y naturaleza que nunca nadie imaginará. Algunas llegan a conocerse de la forma más inverosímil y extraña que uno pueda imaginarse...

La afición por las serranas es tan practicada por el hombre como su andadura por el Planeta, y las de estos parajes son, dentro de la especialidad, de las mejores del mundo. Por todo ello, cuando llueve, son legión los aficionados que se dedican a buscarlas; unos, la mayoría, para su cocina y otros con fines comerciales, sólo es cuestión de tener localizado un lugar un poco especial donde sean abundantes, o si ese lugar sólo lo sabe uno mejor. Lo que pasa es que a veces si alguien se lleva un susto importante cuando está absolutamente solo, la experiencia es sin duda, más desagradable.

Eso fue, más o menos, lo sucedido a un vecino de San José de la Montaña una oscura tarde de Noviembre, hace hoy treinta y dos años. Su sitio especial de búsqueda estaba situado en un valle pequeñito que se abre a poniente frente a la mole roja del Puntarrón, por las Charcas de la Boca del Diablo. La cosa iba bien, francamente muy bien, las cinco de la tarde y más de veinte docenas en el saco, debería haberlo dejado ahí, pero quería unas cuantas más. Detrás de un taray estaba aquello, un hombre muerto, en avanzado estado de putrefacción, y si esto fuera poco completamente cubierto de sapos, concretamente de los “corredores”, bueno no es cuestión de referir más detalles escabrosos innecesarios, salvo que el espectáculo dejó al vecino con pocas, muy pocas ganas de cocinar caracoles.

Después de haberlo golpeado por detrás con decisión, y por delante con saña, decidió terminar con él con una roca, de tamaño suficiente para hacer irreconocible a su víctima. Le apetecía que le viera la cara, que supiera que había sido él quien lo mandaba al otro mundo, que supiera que ella sería suya y nadie, absolutamente nadie le podría acusar del asesinato, que era un viejo asqueroso y que además no lamentaba nada la situación, al contrario, le enorgullecía enormemente... vaya careto que puso el gilipollas, hablaba muy bajo, tan bajo que casi tenia que acercar el oído, -no me dejes sin sepultura, no me…- y por último una cosa estúpida digna de un viejo pirado... -que los sapos sean los testigos de mi muerte... que los sapos... nada más-. Ahí fue donde terminó de decir lo que tenía que decir en su vida.

Puso todas las caras requeridas en la situación. Primero con sus vecinos más allegados, que si dónde estará, seguramente algo le habrá pasado, lo que haga falta, incluso aprovechó la circunstancia para nombrarla por primera vez, a ella, a esa mujer que secreta e íntimamente le tenía el alma robada, esa mujer que valía una eternidad, o dos, o tres, en el mismo infierno. Con la aparición del cadáver llegaron otras situaciones en las que no se podía fallar, pero no hizo ni falta.

Él no era de por allí, nadie sabía de su secreto, nada lo relacionaba con la víctima, tenía una coartada por si se complicaba la cosa, no iría al entierro, no tenía amistad con la familia, y seguramente la policía miraría al detalle a los asistentes a los funerales, familiares, vecinos etc. Estaba perfectamente oculto entre los millones de no sospechosos. Pasado un tiempo encontraría la manera de acercarse a ella, como ya lo había hecho con el cabrón del viejo, con paciencia y sin fallos, sin confidentes, sin testigos, sin móvil aparente.

Todo perfecto. Encontró trabajo donde ella, destacó por su inteligencia y osadía, sabía la manera de conseguirla. Dos años después fue ella la que le propuso una vida en común, un proyecto de futuro. Da gusto ver cómo cuando la inteligencia va por delante, el disimulo bien llevado, y la estrategia basada en la discreción más inteligente, todo absolutamente todo se puede conseguir.

El tiempo pasó... hijos, buena situación, casa, coches, pero veinte años se notan en la vida, y lo peor es que a veces a uno por dentro, le asaltan sensaciones raras, sueños extraños, miedos desconocidos... ¿por qué si no se iba a poner tan nervioso la otra noche? Sólo era un sapo en el portal de casa... ¿por qué tuvo que acudir ella con una escoba y echarlo?

Él no sabía lo que era el miedo, era capaz de cualquier cosa que hiciera falta, o quizá no... Había tenido pesadillas, como cualquiera, pero desde hacía poco tiempo lo despertaba un canto especial que brotaba del infierno, el canto inconfundible, peculiar, indiscreto, de los sapos corredores del Puerto del Garruchal... corría por el pasillo de casa y justo en la cocina miles de sapos apretados inflados saltaban sobre él... su esposa lo despertaba cuando creía morir de terror.

-Necesita tratamiento, tiene un problema. Yo creo que es un viejo trauma posiblemente de su infancia, y se manifiesta ahora, pero no esta dispuesto a afrontarlo a través de hipnosis, o psicoanálisis, por tanto de momento sólo le puedo recomendar pastillas y reposo, quizá venga bien un cambio de aires, de residencia...

Así que se fueron, su mujer una asistenta y él. Destino: una casa rural en la Sierra de María, paisajes, tranquilidad, buena comida.

Sucedió la primera noche, ¿qué provocó esa lluvia torrencial localizada en pleno Otoño? no se sabe muy bien, cosas de los cúmulos y demás, aunque algo llamó la atención de la asistenta en lo más fuerte del aguacero...

-¡Llueven sapos, están cayendo sapos a millares!
-Calla, que cosas dices, los sapos no caen del cielo, lo que pasa es que se esconden por todos los agujeros disponibles y esperan. Cuando llueve, como ahora, salen todos a aparearse, por eso alguna gente piensa que vienen con las nubes, cómo croan, qué fuerte, casi no te oigo, ¿qué es eso?, ¿qué pasa fuera?

Un hombre fuera de sí golpeaba y aplastaba sapos, con el rostro desencajado lleno de barro y sangre, golpeaba sus fantasmas como lo hizo aquella vez, chillaba como un loco atormentado sin remedio ni consuelo, y los animales lejos de huir, saltaban sobre él por centenares, en medio de un sonido formidable, le escucharon maldecir una vez más a su víctima, por no morir y callar, por mandar a los sapos a cumplir su venganza tanto tiempo después.

lunes, 18 de octubre de 2010

Columbares. Historias de la noche oscura...


LA JOVEN DEL GATO

La sierra de Columbares esconde multitud de misterios en sus escarpadas paredes. Desde tiempos inmemoriales sus habitantes han tenido el cuidado de no tomarse a la ligera aquellos consejos, heredados de ancestros a través de sus muchos siglos de historia. Aquel incauto, que no escucha las voces de más allá del tiempo, no prolongará su estancia en el mundo de los vivos.

Columbares según me enseñaron cuando pasé por aquí las primeras ocasiones es una palabra que viene a decir “palomas”, de columba en latin. Pasando el tiempo, en respuesta a mis preguntas un pastor con mirada de loco que aún extiende su rebaño junto a los campos (adyacentes a los modernos resort de golfistas internacionales) me sorprendió con un histrionismo insultante y escandaloso: -¿Quién te ha dicho la mierda esa?... seguramente alguno de esos cabrones que andan por ahí tocándose el pijo y hablando por el móvil, ¿a qué si?...eso lo dicen pa que la gente siga viniendo por aquí a dejarles las perras, o si no como capullo van a vender estos espartales a millón. Que sepas tú: to eso la mitad es mentira y la otra mitad también, si quieres saber no pienses como un vendedor ni como un secretario... si quieres saber ven tú solo por la noche y mira la montaña sin luna... escucha el viento cuando no sopla... mira los ojos del búho... siente el frío en Agosto y el calor en Diciembre-.

Cuando me despedí del elemento no tenía las cosas muy puestas... está pirado, pero algo en la manera de plantear los temas me incomodaba y generaba dudas en todo lo que daba por hecho como cierto desde que trabajaba como educador ambiental por la zona, tenía la certeza de haber encontrado ese tipo de personalidad que desde niño conseguía atraparme... la necesidad de conocer... la clara percepción, la certeza, detrás de esas maneras infumables, agresivas y repulsivas, había oro.

¿Manera de acercarme? Preguntando. Vive solo en una casa sin luz, cerca del Puntal, cuidado perros, cuidado mucho vino en la cabeza, ojo como te arrimas y lo que dices, si vas a ir a verlo mejor díselo y ve por la tarde, andando o en la bici y te aconsejo que te lleves una botella de ponche que es lo que más le gusta. No te pases de listo, porque es muy raro, (suerte que sólo hay un bar en la orilla de la carretera, y de que el tío se enrolle...)

-Columbares no viene de palomas, viene de columbarios, de tumbas, antes que hubiera caminos por estas sierras, antes de que tuvieran nombre, las gentes enterraban aquí. Siempre ha sido un lugar para respetar... te has dado cuenta de la cantidad de búhos que hay, de lechuzas, cárabos, de zorras, gatos monteses, murciélagos, arañas negras... de día esto no vale na, pero de noche... de noche multitud de criaturas especiales salen del escondite, salen porque los muertos los llaman.

Mi madre nació, creció, se casó, crió a su familia y se murió aquí. La carretera casi que no existía y tampoco era segura, todos los del Collao y alrededores se conocían. Cada uno en su casa y Dios en la de tos, había fincas muy grandes con muchas estancias, buenos pozos y aljibes capaces de sostener muchas personas y animales, y otras, la mayoría, muy modestas, cuatro paredes para vivir humanos y animales y un tejao. Sin embargo, los secretos de la sierra regían la noche para todos por igual, y conforme yo me iba haciendo mayor, comprendía y respetaba.

Desde el cuarto menguante de Luna hasta el primero de Noviembre, la sierra se tapa con bruma. Eso pasa siempre, los sapos lo saben, y salen por campos y caminos, pisando las arañas negras... pa la zona alta es mejor no mirar, puedes si quieres, siempre que no te acojones con facilidad, ni con visiones ni con recuerdos... En ese momento el mundo no es de los que pesamos, es de los que flotan.

Mi madre que sabía eso muy bien, nunca se dejó sorprender por ellos, pero otros ignorantes o valientes pagaron muy caro su destino. Era una niña de doce años cuando una paloma, de las que todos dejaban en la finca Munuera, llegó al Puntal de Villora un 30 de Octubre a mediodía: ”Mañana Martes a las doce viene el Cartagenero, quiere comprar conejos, ovejas, gallinas y miel... Traer de nuevas la paloma”

El mismo mensaje había salido en dirección a los Pareja, Los Lucas, El Estrecho, La Venta... esa mañana uno de los pocos que tenían dinero en efectivo llegaba a la zona para comprar, -”¿mañana vísperas? este hombre no está bien... nena, dile a tu madre que mire a ver lo que vamos a llevar y lo deje preparao que pa las cinco estemos en la casa y con el ganao arreglao y recogio. Yo voy a ver si arreglo la carreta que no frena y la paloma no se vaya pa ningún lao, aunque les llevaré otra que tengo prepará”.

En la inmensa puerta de la finca Munuera a las diez de la mañana ya había vecinos con mercancias de las que el Cartagenero quería comprar y otras que, si no se las vendían a este por dinero en efectivo, se podian cambiar por algo que hiciera falta. Poco después llegó mi madre con mis abuelos. Saludos, preguntaos, y puesta al día. Sobre las doce llegó el comprador, una carreta enorme, dos más pequeñas, y cuatro guardas en mulos, desde que la guerra asolaba Europa toda mercancía que tuviera fines comestibles interesaba y mucho. Pero ese día todos tenían prisa, querían estar en casa lo antes posible.

Mi abuela no tenía ni hermanos ni hermanas, sabía leer un poco porque su madre aprendió y se ponía con ella, no había escuela: poder conocer alguna niña de su edad, charlar con sus iguales, era lo más importante del mundo, los mayores muy ocupados, los niños sueltos... lo mejor de la vida. Sin embargo aquella mañana una joven adolescente que no conocían había llegado con el grupo, muy delgada, muy pálida, muy enferma, en su regazo un enorme gato blanco. Era hija de un guarda, la llevaba en carreta hacia Cartagena a ver si el ambiente marino la podía sanar.

Se notaba la prisa en las gentes, más cuanto más avanzaba la jornada, sobre todo aquellos que vivían más alejados. Esa noche salían las luces de Columbares. Lo mejor estar en casa y no salir fuera por nada.

A la mañana siguiente la paloma del día anterior de nuevo llegaba: “Juntamento en la Finca, pa buscar a la hija del guarda.” Todos los hombres acudieron conforme recibieron el mensaje. La hija del guarda se perdió aquella noche. Cuando la expedición se marchaba, antes de llegar al Collado de Las Zorras, se echó de menos a la joven y no se había podido encontrar.

La búsqueda no dió resultado. Tan sólo se encontró la cabeza de un gato blanco, cortada como si una guillotina hubiese caído sobre el animal, unos ojos de terror, que la ausencia de vida y de cuerpo lograba quizá explicar...

-Todos los que conocemos a esos bichos sabemos lo mucho que les gustan los gatos, los cazan, los hacen trozos y se los tragan enteros, y si son de color blanco están más perdidos que Carracuca. No tienen forma de ocultarse. Estén donde estén el búho los verá y sólo deja eso una cabeza recortadica y repelada...

-Antes de terminar con “El Caballero” dime donde está el final de este asunto, si es que lo tiene...

-Sí que lo tiene y no me apretes, bueno en resumen... porque me caigo palante... todas las noches vísperas del primero de Noviembre, en la casa Munuera se oye primero un maullido intenso, fuerte, ¿has oído maullar los gatos por la noche? Me refiero a los gatos de verdad, no a esos capados de los guiris... también se aparece una joven, morena, delgada, muy pálida... acariciando en su regazo un gato blanco sin cabeza. Todos los que vivían en esa casa la vieron, por eso fue abandonada dos años después. Nadie ha vuelto a vivir aquí.

martes, 5 de octubre de 2010

La frase de Octubre Ecoambiental


"Sólo obedeciéndola se doblega a la naturaleza".

Francis Bacon.